Llegué a un trato con mi criada venezolana: lavavajillas a cambio de placer oral.La cosa transcurrió sin problemas, pero un hipo inesperado llevó a un encuentro salvaje y apasionado.
Después de un Caliente día en la oficina, fui recibida por mi sirvienta venezolana, una morena despampanante con figura tentadora.Teníamos la comprensión de que a cambio de que ella limpiara la cocina, le otorgaba un encuentro apasionado.Al entrar a la cocina, me encontré con la vista de ella de rodillas, comprometiéndome ansiosamente con mi virilidad.La velada parecía perfecta hasta que un intruso inesperado nos interrumpió -mi esposa.En una decisión rápida, le ordené a la sirviente que fingiera inocencia, alegando que simplemente estaba limpiando el suelo.Por suerte, mi esposa la creyó.Mientras me limpiaba apresuradamente, mi esposa se desvaneció.Aprovechando la oportunidad, me complací con las habilidades orales de las expertas sirvilíneas, reviviendo cada momento.Sin embargo, nuestra interrupción me dejó con una sensación persistente de malestar.A pesar del intenso placer, no pude estremecer la idea de lo que podría suceder si mi esposa volvía a tropezarnos.